5 diciembre, 2013

TU NAVIDAD o LA MIA

Por Josefina Leroux

navidad-en-familiaQué paradójico que la celebración del nacimiento de Jesús, un hombre que vino a instituir un estilo de vida basado en el amor al prójimo, sea la ocasión que lleve a muchas familias a un conflicto.

Sucede cuando la Navidad pierde su sentido cristiano y se convierte en un acontecimiento familiar o social que suscita una lucha de poderes.
Típico de parejas que no han construido un ‘nosotros’ y en las que los significados de ‘tu familia’ y ‘la mía’ continúan siendo el marco de referencia para la interpretación de la realidad.
Un año a la tuya, un año a la mia, suele ser el acuerdo de los casados más armónicos, sin embargo y a pesar de la negociación previa que así lo establece, a veces aparecen las presiones de uno y otro cónyuge para que vayan a una casa y no a la otra, a la cena de Nochebuena o comida navideñas de ‘los míos’ y no de ‘los tuyos’.
Me hace recordar una pareja que duró años de novios y que empezó a tener dificultades una vez que contrajo nupcias en ocasión de las fiestas navideñas, “es que de novios siempre la pasamos en tu casa” – decía el marido, “ahora nos toca con mi familia”- ; asi comenzaron sus peleas.
Esas familias pierden de vista que la Navidad es una celebración para estar juntos, pero no a costa de pleitos y competencias, sino con un espíritu de unión y cariño, independientemente de donde se pase la fiesta.
A su vez, muchas abuelas o mamás también convierten la Navidad en un conflicto para los hijos cuando les exigen que estén con ellas. “Si no voy con mi mamá”- me comentaba una recién casada, “se me arma, ella dice que ya no la quiero, que cuando se muera me voy a arrepentir, etc”., presiones emocionales que provocan discusiones interminables en los matrimonios jóvenes o no.
En el fondo, se revela una lucha de poder de las familias para saber quién es más importante, a quién quieren más, quién reúne más gente, quién manda, etc.; problemas que se presentan en la medida de la inmadurez de las familias.
Entonces, no solo la fiesta , también los regalos serán un motivo de resentimiento o enojo, de modo que, algunos siempre salen perdiendo no importa lo que hagan, por que si regalan pueden ser criticados por inconscientes y gastalones, y si no lo hacen, o dan artículos simbólicos o hechos en casa, se dirá de ellos que son codos o poco detallistas.
Para las personas inmaduras y enfermas emocionalmente, cualquier circunstancia puede ser ocasión de problema, por que los ven en todas partes, lo peor es que tampoco han desarrollado habilidades para resolverlos, de tal suerte que cualquier evento suscita ansiedad, angustia o coraje, que permanece en forma de rencor hasta el nuevo conflicto.
Interpretan al mundo y a sus habitantes enemigos acérrimos que les complican la existencia, sin darse cuenta que lo que achacan a los demás es su propia incapacidad e intolerancia.
Es su comportamiento al que reacciona la gente con hostilidad estableciendo círculos viciosos difíciles de romper, por que, cómo simpatizar con un suegro mal humoriento que rechaza los regalos o los menosprecia; cómo congraciarse con una suegra que presiona
para qué forzosamente vayan a su casa a cualquier celebración sin considerar otros compromisos de los hijos e hijas casadas.
Las expectativas culturales son a veces la fuente de los problemas por que hacen pensar a la gente cómo debe ser la vida, las fiestas, la familia, y, si los miembros de las familias no tienen el poder de establecer su propio criterio al respecto, simplemente se dejan influenciar por cómo se espera debe ser cada cosa. Pero no sólo eso, sino que, si no se cumplen esas expectativas se sienten decepcionados, desilusionados y hasta enojados.
La celebración de la Navidad es la fiesta que conmemora el nacimiento de Jesús, el inicio del cristianismo, una filosofía basada en el amor y la caridad con el prójimo. Es impresionante lo fácil que se nos olvida eso.
En nuestra sociedad, son comunes las posadas y los ritos, las misas y los festejos navideños. Pero la gente lo empieza a ver como excusas para hacer una fiesta, para reunirse con sus amigos, para divertirse. El simbolismo, lo que representa, se pierde en el camino cuando todo (posadas, cena, regalos) fue pensado para que en estas fechas no nos olvidemos que lo importante es dejar que el amor y la caridad surjan en nuestro corazón.
El dar y recibir no se limita solo a regalos, estos son sólo una parte simbólica, en realidad se trata de dar y recibir amor, comprensión, apoyo.
A diferencia a veces se ostenta la antitesis de la caridad que se confunde con la compra de regalos. Mucha gente presume de ser generosa, de participar en obras de caridad y diferentes apostolados, pero en familia muestran egoístas, inclementes, envidiosas, facetas incongruentes a la caridad.
Los regalos y los festejos deben darse con amor y por amor, no por quedar bien o por el qué dirán. El espíritu navideño no está en el regalar o festejar, sino compartir en tu casa o en la mia, lo que se tenga para recordar a Aquel que nació para enseñarnos a amar.