26 mayo, 2020

CAUTIVERIO FEMENINO

Por Josefina Leroux

Dispuesta a realizarse perforaciones, tatuajes, tintes, depilaciones; a usar rizadores, corsés, fajas, tacones, maquillaje, la mujer ha vivido historias que no le han pertenecido del todo.

Esclavizada con dietas, gimnasia, implantes, cirugías faciales, liposucción, está dispuesta a inyectarse la toxina del botulismo para paralizar músculos faciales causantes de líneas de expresión en aras de alcanzar un ideal  de belleza que le han impuesto. Cualquier  sacrificio es aceptado con tal de tener una imagen deseable al varón y a la sociedad a la que intenta pertenecer.

Desde el principio de esta historia no ha corrido con mucha fortuna. Los sabios y santos creían que no tenía alma ni inteligencia que cultivar. La razón de ser en el mundo podría explicarse en la maternidad. Una apariencia bella al menos la haría aceptable a la vista y ansiada pareja de un hombre quien quisiera mantenerla con su prole. Así, sin darse cuenta, las mujeres se convirtieron en seres decorativos y consumibles, haciendo de su belleza su vocación sin conocer otra forma de valer o ser aceptadas.

La imagen de quien debieran ser las mujeres, fue diseñada por los varones quienes le dieron forma al ideal femenino que con los siglos  los medios se encargaron de estereotipar. Se trata de una imagen corporal interiorizada inconscientemente por el común de la gente,  representación íntimamente relacionada con un valor social, y por lo mismo asociada al reconocimiento y aceptación.

La belleza es subjetiva

En teoría, cualquier mujer puede ser bella ante los ojos de alguien. Pero lo estético también es aprendido. Así, son bellos y sensuales los grandes labios de las mujeres de Zaire, o los cuellos alargados de las habitantes de Padaung atractivos a los lugareños.

Bellezas locales eran producto del aislamiento geográfico, cuando las comunidades tenían sus propios valores culturales. A partir del avance  en la tecnología de los medios de comunicación y la globalización, la hermosura femenina se fue homogeneizando y se impone como la moda. En países orientales, ya existe la cirugía plástica que ofrece a las orientales abrirles los ojos y aumentarles los senos. Como en occidente se promueven: la rinoplastía para empequeñecer la nariz, y la liposucción para disminuir el volumen de vientre y caderas.

Curiosamente, esa cadera fue uno de los atractivos femeninos ancestrales pues estaba relacionado con la capacidad reproductiva de las mujeres.

Pero el concepto de imagen ideal ha sido influida por la cosmetología, la industria de la  moda  y, definitivamente, por la mercadotecnia.

Desde que se instituyó y difundió un cuerpo modelo, las mujeres se han sentido presionadas a tenerlo al precio que sea, concibiéndose como un valor deseable  cotizado por los hombres.

El varón visual

Las mujeres pueden enamorarse de un varón, independientemente de su físico. Ellos, por el contrario, lo necesitan, pues se sienten atraídos visualmente a diferencia de ellas.  Sobre todo los más inmaduros, solo se guían por su vista; si hacen pareja por un culto a la belleza, se sienten decepcionados y desamorados si ellas engordan o envejecen.

Y para que ellos no las dejen, las féminas son capaces que no comer o vomitar cada bocado, sin importar si atentan contra su salud y su vida con tal de mantener la escuálida línea que marca la moda y su compañero. No se dan cuenta estas jóvenes de su alienación.

La pornografía ha proliferado por esa diferencia visual entre los sexos. Ellos disfrutan siendo espectadores. Ellas necesitan mucho más para sentirse atraídas, me refiero al lenguaje, que refiere una relación para empezar.

Construcción social del modelo femenino

De ese ideal femenino construido socialmente e impuesto por los medios, surge el problema de baja estima en las mujeres que se alejen de éste. Ellas llegan a creer que si no son beldades delgadísimas, no valen ni van ser queridas o aceptadas. 

La idea de esa  “belleza” es un sistema carcelario para las  mujeres, para mantener el poder sobre ellas, dijo Foucault.

El psiquiatra P.Hamburg de Harvard piensa  que la difusión de un perfil femenino es un fenómeno de influencia de la publicidad para manipular a las mujeres al consumo. Menciona que en Estados Unidos, la industria de productos para bajar de peso ha tenido en los últimos años, ganancias de 33 billones de dólares. No se diga lo que han ganado los cirujanos plásticos que venden el rostro y cuerpo deseables.

Ya instaurado el modelo  de mujer en las mentes, provoca sentimientos de devaluación si no es alcanzado, pues funciona como un imperativo que debiera cumplirse.

El negocio es redondo: se fabrica la imagen ideal y luego se vende a las mujeres los medios para alcanzarlo.

Liberación femenina

Resulta paradójico que a pesar de la liberación femenina y la conquista de derechos sexuales, las mujeres sigan esclavizadas ante esa belleza impuesta. Las feministas radicales ostentaron públicamente su desprecio a todas las representaciones de control a las que habían estado sometidas, haciendo marchas repudiando al brassiere, por ejemplo. Intentos que no convocaron a las conciencias mujeriles, quienes rechazaron esa postura porque fue interpretada de facciones hombrunas o lésbicas.

El constructo de lo que supuestamente debe ser femenino, está internalizado hasta las capas más profundas de la inconciencia.No se ha desarrollado el nivel de conciencia para darse cuenta que lo femenino está en todas las células, sean gordas o flacas, viejas o jóvenes; usen o no brassiere o faldita las mujeres.

La feminidad la expresa cada una como sienta y experimente su pertenencia a su sexo. 

Rescate familiar

En estudios de anorexia y bulimia, como también en la práctica de la psicología clínica, se ha encontrado que las mujeres que padecen trastornos de alimentación sufrieron  de padre, madre o hermanos, criticas y  burlas desde niñas por su peso o apariencia.

Ser o parecer es el dilema a promover al educar. Al amar incondicionalmente a las niñas, sus padres y hermanos construyen una sólida autoestima y la certeza de ser valiosas; vacuna contra la necesidad de convertirse en lo que soliciten los demás.    

 En familia puede aprenderse que la belleza es un trabajo interior que consiste en conocerse y distinguirse de las demás realizándose plena y gustosamente. La otra hermosura, la puramente física, es mera apariencia que mantiene en cautiverio el espíritu femenino.