7 junio, 2021

ENSAYO DEMOCRÁTICO

Por Josefina Leroux

Hace 6 años…

Se me eriza la piel al recordarlo.

Reconocemos  a nuestra democracia en pininos,  pero el domingo pudimos asomarnos emocionados en algunas casillas a la utopía. Así vivimos la jornada electoral en la casilla que presidí, como una experiencia intensa al palpar la intención y la participación de la gente para  colaborar en cambiar  su municipio, su estado, su país.

Así se armó espontáneamente este domingo siete, un microcosmos social semejante al ideal.

Estuvimos todos, todas,  conviviendo, colaborando para lograr un mismo objetivo, participar y colaborar para un mejor lugar para vivir y progresar.

Los representantes del Instituto y Comisión Electoral, estuvieron para capacitar en nuestra función y apoyarnos hasta el final, pero también estuvieron los representantes de los partidos, y con sus miradas cerquita trabajamos ese día en las casillas, al principio ansiosos de ser tan observados, pero luego de medirnos, fluimos armoniosos. 

Aunque de partidos, ideologías y orígenes diferentes, terminamos platicando y ayudándonos  a hacer la tarea con respeto.

Nos sorprendió ver a jóvenes voluntarios  muy involucrados y dando seguimiento a todo lo que sucedía para dar cuenta a sus partidos. La joven que representaba al Movimiento Ciudadano se ofreció ante el resto de los partidos a firmar cada boleta para prevenir que nos metieran alguna ya marcada. Todos accedieron y esta mujer firmó casi 2 mil ochocientas boletas con la sonrisa en la boca y un ánimo contagioso. La misma actitud mostraron otros representantes, que muy responsables cumplían su misión de checar cada votante con su lista nominal, la misma que nos dio el Instituto Electoral.

Recibieron las boletas para votar  manos temblorosas por la edad o enfermedad, con anillos de brillantes enormes pero también manos desnudas transpirando  entusiasmadas por  su primera vez. Votantes en sillas de ruedas, madres abrazando bebés, padres con hijos adolescentes explicando  lo que sucedía, viejitas buscando en sus bolsas prolijas  su  credencial de elector. Cada uno hizo fila y esperó pacientemente su turno para marcar su elección de los  funcionarios que quisiera gobernaran.

Fue una Broncomanía, dicen muchos. La conjunción  de la desesperanza política aprendida con sangre, sumada a la ilusión de una nueva forma de hacer gobierno para la «raza» de un candidato independiente, causó la emergencia del despertar ciudadano.

Había escuchado el término de “la fiesta de la democracia” y me parecía incluso manipulador, pero este domingo, con todo y el cansancio extremo de la jornada que duró 16 horas en nuestra casilla, la vivimos y celebramos la democracia. Al menos en esa casilla, todos estábamos trabajando hombro con hombro para hacer posible una elección ciudadana efectiva. Al final del conteo, el vaciado en las actas, la entrega de copias a cada representante de partido, nos fue siguiendo una patrulla para depositar a las 11.25pm, las boletas en el INE. Todavía a esa hora, las ojeras y los pies punzantes no coincidían con nuestro  ánimo festivo  y el de toda la gente.

Que el tejido social se rompió.., lo dudaba mientras veía el constante entrar y salir de votantes sonriendo y  saludándose unos a otros. Tal vez circunstancialmente, me decía,  pero como las heridas en el cuerpo, siempre que estén pulcras,  se cierran.

No debiera terminar la fiesta de la democracia en la elección. Ha llegado la hora de vivir el empoderamiento ciudadano.

La fiesta puede continuar si persistimos en el respeto, en la inclusión del otro, si participamos haciendo lo que nos corresponde, si denunciamos irregularidades y si las autoridades actúan en consecuencia, si nos unimos en las tareas y respetamos el orden y las reglas del juego. El juego de vivir en comunidad.

Si ganó el Bronco o cualquier otro, no es tan importante como nuestro despertar ciudadano. Al entrevistar a Fernando Elizondo, el ganador con Jaime Rodriguez, dijo: “Si logramos activar a la sociedad, los políticos no aguantan la presión social. Yo la he vivido desde adentro y desde afuera y donde hay sociedad organizada, ahí los políticos ceden. Incluso si son grupos pequeños; si saben hacerlo en el lugar correcto de la forma correcta, como en las artes marciales, los políticos ceden”.

El Bronco, conectó con la gente, activó la esperanza ciudadana y la ilusión de un cambio.  La democracia apenas comienza, ahora tendremos que colaborar, así como lo hicimos el domingo siete, para construir la nación que deseamos.  Ya pudimos hacer un ensayo, hagámoslo siempre.

Publicado en El Norte.