16 agosto, 2020

SEXUALIDAD DIGITAL

Por Josefina Leroux

La palabra m谩s buscada en internet es sexo.

La realidad virtual que adentra al individuo en un mundo inventado enga帽ando a sus sentidos, fue el sue帽o de Jon Lanier, creador del t茅rmino cibersexualidad en los a帽os 60s.

Desde entonces. millones de d贸lares se han invertido en la investigaci贸n alrededor de la realidad virtual, a la que hace una generaci贸n s贸lo los militares ten铆an acceso.

Hoy d铆a, la computadora est谩 al alcance de cualquiera que pueda pagar $250. pesos mensuales con los que tambi茅n logra un contrato para navegar por la famosa internet.

 Con un tel茅fono inteligente los cibernautas pueden adentrarse en otro mundo de im谩genes en 3a. dimensi贸n, sonidos y efectos especiales, que hacen ver la realidad como un escenario aburrido.

 Ante un oc茅ano de posibilidades, una de las modalidades que ha alcanzado m谩s progreso es la virtualidad sexual; sin mucha publicidad alcanza hoy el 50 por ciento del software para adultos.

El entretenimiento interactivo con la computadora no es un juego exclusivo de ni帽os, al contrario, m谩s y m谩s adolescentes y adultos se interesan por el extenso repertorio de juegos er贸ticos que involucran la imaginaci贸n cada usuario logrando que, el cibersex, como se ha llamado a la sexualidad virtual, tenga un futuro econ贸mico infinito como parte de la inmensa industria de lo sexual.

La explosi贸n de una nueva revoluci贸n sexual a partir del VIH-SIDA favorece el mercado ya que en los pa铆ses econ贸micamente poderosos se promueve como una alternativa  segura que no expone al usuario al contagio como en la relaci贸n sexual carnal.

Las modelos virtuales interact煤an con el usuario conversando, y movi茅ndose en tercera dimensi贸n a todo color y sonido est茅reo frente a sus ojos en toda la extensi贸n de su campo visual.

Los programas pretenden simular y recrear la interacci贸n sexual humana cada vez m谩s realista, ayudados por la tecnolog铆a de la inteligencia artificial.

El fen贸meno del cibersex ha provocado un gran entusiasmo entre los consumidores de material sexual que por tradici贸n son hombres, sin embargo, aumentan las mujeres que curiosean  y chatean con desconocidos.

La Organizaci贸n Nacional para la Mujer en E.U. ha protestado p煤blicamente sobre la cultura violenta que han promovido los videojuegos present谩ndolos como una alternativa cotidiana, emocionante y aceptable en las pantallas.

Existe una pol茅mica sostenida sobre los efectos causados en general por los medios de comunicaci贸n masiva, incluyendo los videojuegos. Sin embargo, los inversionistas y productores de materiales de contenido violento o sexual sostienen que no hay correlaci贸n significativa encontrada con actos delictivos o da帽os como no sea la pornograf铆a infantil, ante la que ya existe una polic铆a cibern茅tica internacional.

 Lo que es un hecho es que el fen贸meno de la habituaci贸n-adicci贸n ha permitido que los mismos est铆mulos ya no produzcan excitaci贸n, los sentidos se acostumbran y hacen necesario un aumento en la intensidad para producirla.

En videos juegos, la violencia por s铆 misma ya no es suficiente para emocionar al usuario despu茅s de haber estado demasiado expuesto. Los productores lo saben. A falta de originalidad y sin m谩s violencia por a帽adir,  los ciber creativos est谩n utilizando la mezcla de la violencia con lo sexual para provocar una bomba de emociones que ciertamente estimulan.

Como si fuera poco, la mayor铆a de video juegos son una expresi贸n mis贸gina impl铆cita -repudio a la mujer-, porque presenta al g茅nero femenino como objeto no sujeto sexual que decide.  

Como siempre, la mujer  y los ni帽os son blanco habitual de violencia porque las sociedades no se responsabilizan en la construcci贸n de realidades m谩s sanas.

La imagen de la mujer ha sido usada y explotada durante siglos para el placer del hombre, y no s贸lo es responsabilidad del var贸n. El feminismo no ha sido suficiente para extinguir esa costumbre porque muchas todav铆a permanecen ap谩ticas o bien se hacen c贸mplices  de los explotadores sac谩ndole un provecho econ贸mico.

No se dan cuenta que, mientras la mujer acepte un pago por desnudarse, posar,  fotografiarse y actuar para revistas pornogr谩ficas; mientras se prostituya, la imagen femenina seguir谩  consider谩ndose como un objeto de consumo desechable.

 El cibersex representa una modalidad no muy distinta, una nueva perspectiva para una sexualidad despersonalizada que conduce al hombre de la promiscuidad que propag贸 el SIDA en el siglo pasado, al comportamiento auto-sexual donde la pareja puede sobrar en este siglo 21.