14 febrero, 2020

PERSIGUIENDO A EROS

Por Josefina Leroux

Para celebrar el 14 de febrero la venta de pastillas azules se incrementa.

Josefina Leroux

“El primer paso”, dijo un urólogo hace un par de días en TV, “es tomar la pastilla azul”. ¿El segundo?, pregunto su entrevistadora, “una inyección directa al miembro viril”. ¿Y la tercera?, interpeló ella menos entusiasta.
“La tercera es la bombita, un implante…”
Pero el médico había empezó diciendo que la disfunción eréctil es multifactorial. Que el tabaquismo, la ingesta de alcohol, la obesidad, la hipertensión, los problemas de circulación sanguínea podían ocasionar fallas. Y había dicho además, que es común que les ocurra a los hombres después de los 40. Entonces, por qué no dice a la audiencia que lo primero es descartar problemas de salud, que ante fallas repetidas vaya a realizarse un chequeo médico general.
Lo segundo sería reflexionar sobre los problemas en la relación de pareja porque afectan directamente su deseo. Claro, esto lo sabemos los terapeutas de pareja y sexuales. Por más que sepan de biología los médicos, de sexualidad sabrán muy poco si no estudiaron la materia ni la psicología de la pareja.
La búsqueda del deseo y la excitación es un nicho de mercado valiosísimo.
El círculo machista está dispuesto a pagar más de 50 mil pesos por un paquete de inyecciones para que se les pare de inmediato.
Son muy experimentados los hombres cazadores de aventuras sexuales pero no tienen idea de la complejidad que involucra la respuesta sexual.
“Ya no tengo deseo”, me dijo un hombre que no llega a los 40 años, “¿será la edad?” “Mi esposa dice que no soy romántico ni sé cómo seducirla; me reclama a diario porque ya no tengo ganas”, agrega. 
Preguntando sobre su relación de pareja menciona que hace poco tuvieron un problema y que a partir de entonces están mal. Ampliando el contexto me cuenta que él se emborrachó un día y que su esposa quería irse con alguien más; cuando iba a subirse al otro auto la jaló del brazo, se cayó y se golpeó. “Fue un impulso para que no lo hiciera, pero no quería lastimarla”. “Nunca lo haría, fue un accidente”, aclaró.
“Ella no me creyó, dice que la golpeé y que soy violento”. “No lo soy, sólo me prendo rápido, pero nunca la he lastimado de ninguna forma”. Lo obligó a ir al psiquiatra quien le prescribió fármacos que le quitaron sus reacciones impulsivas, pero no sabía que éstos también reducen el deseo.
Su esposa tampoco.
Además de su baja libido, ella lo juzga por ese motivo porque es hombre y debiera tener deseo siempre. Ella cree que debería saber cómo seducirla cómo a ella le gusta. No conciencia ninguno de los dos que todos esos factores en juego crean una problemática circular, su falta de deseo, su angustia de desempeño, y no sólo eso sino que el cambio de la imagen erótica que tenía su marido de ella cuando la relación fluía espontáneamente, se comunicaban, y no lo juzgaba, criticaba o exigía.
No sólo con esta pareja, casi todo lo que se hace para perseguir al placer es un atentado a la naturaleza libre y autónoma de su funcionamiento. En la búsqueda desesperada, en los falsos remedios, en las píldoras mágicas está el entramado del problema que evaden o niegan los sexo-comerciantes.
Eros necesita al otro, es sed de otredad, decía Octavio Paz. Pero un otro significativo, no un objeto de posesión ni un amo que dicte un supuesto arte de amar. El erotismo es una experiencia humana de alta complejidad.
Por eso es frágil y volátil ante estereotipos y lugares comunes.
Lo infinitamente pequeño y breve, lo subjetivo, lo simbólico, lo paradójico se conjugan en un instante en lo que se ha llamado el deseo. Eros es la implosión de la pasión y el amor en la imaginación, en la piel y en los sentidos que puede culminar en explosión orgásmica.
La naturaleza subjetiva del erotismo origina la complejidad para su estudio y la volatilidad para vivirlo, más aún si éste depende de la comunión con alguien más, por lo que tiene más de psicología que de biología. El deseo no sólo surge ante cuerpo atractivo, también a la anticipación de un momento fascinante.

Podrá la ciencia médica restablecer la función viril pero no recupera a eros porque “el erotismo es la poesía de la sexualidad” -otra vez Paz, pero ha de ser creación de cada uno o más difícil, la magia de dos.

josefina.leroux@gmail.com