30 septiembre, 2013

CASTRACIONES INVOLUNTARIAS

Por Josefina Leroux

castracion-involuntariaEn los últimos años se ha desarrollado el negocio del sexo, que se dedica a inventar y elaborar todo aquello que aumente el erotismo.

El éxtasis, la intensidad, el clímax y el orgasmo que tanto preocupan, se han convertido en el blanco de atención de incontables industriales y comerciantes. Finalmente se vende la idea sobre  la relación que existe  entre el placer con algo que se toma, inyecta, se usa, se pone o se unta.

Y la gente se lo cree y compra y consume cientos de productos para aumentar su placer, colaborando con su ingenuidad y su necesidad a crear fortunas millonarias de industriales y comerciantes del sexo.

Parece que no se da cuenta que por si misma puede experimentar una vida sexual intensa y satisfactoria, en vez de eso, el poder lo concede a embrujos o substancias milagrosas. La especie humana tiene tan poca credulidad en sí misma que recurre a una y 100 cosas para incrementar sus sensaciones, siendo la salud y no tanto artificio el punto de partida. Así, sin darse cuenta la gente, también deteriora constantemente su poder y placer sexual con su estilo de vida, con lo que consume.

El tabaco, el alcohol, los fármacos y el exceso de  estrés son frecuentes enemigos de la sexualidad plena de las personas.

Después de humo tras humo

Probablemente los nuevos fumadores saben que el tabaquismo mata 8 mil personas a diario en todo el mundo, pero muchas más  sufren tos, flemas, enfisema  pulmonar o cáncer que obligan a usar sondas para respirar antes de morir.

Pero quizás ignoren que un fumador también perjudica su sexualidad. Empezando por lo menos importante pero que afecta negativamente una relación de pareja. Que tal el aliento apestoso de los fumadores; las manchas de sus dientes y sus dedos llegan a afear a la persona al grado de disminuir su atractivo y hacer desagradable su cercanía.

No es todo. El monóxido de carbono, la nicotina, el plomo radiactivo y cadmio en el humo disminuyen la sensibilidad erógena de las terminaciones nerviosas, lo que significa que se siente menos por la piel y membranas.

Además, la nicotina causa espasmos en las arterias de las gónadas (testículos y ovarios), hecho que reduce la producción de hormonas creando una castración química transitoria. El tamaño y la función de testículos y ovarios se deterioran por el habito del cigarro.

El tabaquismo endurece las arterias dificultando la irrigación sanguínea de las arterias del pene, indispensable para una buena erección.

¿Y las horas felices?

Una copa o dos provocan desinhibición e incremento del deseo sexual, pero a medida que avanza el nivel de alcohol en la sangre, la erección, la eyaculación e incluso el deseo se vienen abajo, porque el alcohol en sangre baja los niveles de testosterona, la hormona virilizante que se ha asociado con la libido.

El exceso de alcohol puede disminuir  de manera permanente la capacidad de los testículos para producir testosterona. Aunado al daño que causa en hígado, puede originar una pérdida del deseo sexual y una capacidad disminuida para experimentar una erección.

Los testículos pueden llegar a atrofiarse en los hombres alcohólicos, quienes terminan con signos de feminización como cuando les crecen las mamas.

Uno de los efectos del abuso del alcohol tanto en el hombre, como en la mujer, es la promiscuidad. Los y las alcohólicas suelen tener relaciones sexuales íntimas con múltiples compañeros y, en el 25% de las veces  relaciones homosexuales (Williams, 1976). Son en su mayoría relaciones casuales de alto riesgo pues no conocen a sus parejas ni se protegen en los encuentros.

Secuelas de medicinas

El tratamiento de algunas enfermedades incluye el uso de fármacos que a menudo tienen efectos secundarios sobre el comportamiento sexual.

Muchos de los pacientes que toman medicinas, sufren disfunciones sexuales y pocos realmente saben que son los fármacos que toman los que se las han provocado.

Sabia usted que la metildopa (Aldomet, etc.) que usan los hipertensos puede causar disminución del deseo, en hombres: deficiencia eréctil  y eyaculatoria, aumento de volumen de los pechos y hasta secreción de leche.

Los beta bloqueadores (Inderalici, etc.) pueden atenuar la angustia, sin embargo, puede originar disminución de deseo y trastornos eréctiles y la ingesta de antidepresivos como la amitriptilina (Tryptizol, etc.) o la clomipramina (Anafranil, etc.), pueden provocar fallas en la erección y eyaculación retardada.

Algunos fármacos usados para tratar úlceras como la cimetidina (Tagamet, etc.) pueden facilitar el aumento en los pechos del hombre y fallas en la erección. Y para colmo de males, la quimioterapia para combatir el cáncer suele causar esterilidad.

Sería interminable la lista de fármacos que lesionan la energía y potencia sexuales, mejor que los médicos que los prescriben mencionaran los efectos en la respuesta sexual a sus pacientes para prepararlos, aunque la mayoría prefieren ni mencionarlos por temor a que por sugestión empiecen a sentirlos.

Lo peor es que en su ignorancia, cuando empiezan a sufrir algunos síntomas, los achacan a problemas con la pareja o terminan con una angustia que ni los deja gozar ni vivir.

Para colmo, el estrés. Raros son los que pueden vivir relajados en este siglo violento.

Pues el estrés provoca una secreción exagerada de prolactina que, en grandes cantidades puede reducir la producción de testosterona que se traduce en problemas de erección, disminución del vigor sexual, encogimiento de los testículos, crecimiento de los pechos en el hombre, y también puede reducir o desaparecer su deseo sexual. En la mujer, la relajación es indispensable para poder alcanzar la excitación y el orgasmo.

Si fuma, bebe y consume ignorantemente fármacos, no solo acorta su paso por la tierra sino que agota las posibilidades de gozar y ser pleno.