21 agosto, 2013

NO PUEDO VIVIR SIN TI

Por Josefina Leroux

no-puedo-vivir-sin-tiEl amor.. es la sangre de la vida,
el poder que reúne en la separación.
-Paul Tilich

Tal vez, tan doloroso como la muerte resulte una separación amorosa. De hecho, las personas que las sufren viven el mismo duelo en el alma. Las terminaciones, pérdidas o abandono de los seres queridos causan una pena difícil de sobrellevar. El proceso de recuperación dura meses, a veces demasiados… pasando por la incredulidad, la desesperación, el coraje, la culpa y la idealización, hasta alcanzar la aceptación.

La existencia humana está repleta de pérdidas que habrá que resistir la persona para independizarse, madurar y ser, finalmente, ella misma. “El trauma del nacimiento’’ pensó O.Rank es el primer desgarro que sufre el hombre al nacer. De estar totalmente dependiente en el vientre de su madre, el bebé al nacer se ve urgido a respirar por él mismo, a succionar y a llorar para sobrevivir.

El ser humano es tan imperfecto que necesita por años a su madre para obtener la confianza, la seguridad, el amor propio: logros indispensables para existir con calidad en esta vida. Pero una vez más ha de separarse de su madre el hombre para crecer. Y después, una tras otra, las pérdidas vendrán dándose inexorablemente al través de la vida esculpiendo al hombre en el dolor. No sólo las personas son temporales, también es necesario despedirse de las fantasías y la magia de la infancia; de los ideales y los sueños de la adolescencia; de muchos amores, deseos y metas de la adultez; de la salud y la vida en la vejez. Soltando amarras necesita pasar el Hombre su existir; levantando anclas para navegar ligero por el océano de la vida. Una a una las pérdidas van dejando huellas muy particulares que conforman a cada uno diferentemente. A veces pequeñas marcas, a veces cicatrices que lastiman por el resto de la vida.

Investigaciones de autores como Bowlby han encontrado que los abandonos o pérdidas de la primera infancia sensibilizan a la persona para las separaciones que debe enfrentar más tarde. Esta sensibilidad puede traducirse en ansiedad extrema en la relaciones afectuosas, angustia o depresión ante la posible o efectiva separación. Es uno de los motivos por los que a veces se establecen con las personas vínculos ansiosos y furiosos -como los llama Bowlby. Y sin querer, se provoca lo que más se teme, si se captura y retiene forzadamente a los seres queridos se llega a agobiarles hasta que necesiten huir, a lo que suman un abandono más en la historia.

¿Cómo es posible que semejante dolor permita al Hombre crecer? Bueno, es que ciertamente las pérdidas amorosas producen ansiedad, angustia, depresión, pero también representan la ocasión para inventar recursos o estrategias para salir de la crisis, es ahí donde avanza el Hombre. Cuando “triunfa la esperanza sobre la experiencia’’, cuando se ilumina su creatividad y surge el interés por otras cosas, y la atención a otras personas que también son amables. Es en la necesidad de ser uno mismo que ocurren las separaciones cuando se reconoce que uno es distinto al otro y que no puede seguir a su lado. La individualización no es una revelación sino un descubrimiento progresivo, escribió Judith Viorst. Un proceso de reconocimiento de uno mismo y abandono de los demás para el encuentro con la soledad, con la libertad, con la propia identidad: el auténtico Yo.

¿Para qué? Paradójicamente para volver a amar, a amar mejor, porque el Hombre es un ser inacabado e incompleto. La existencia del Hombre necesita desesperadamente alguien junto, muy próximo; alguien con quien intimar y compartir. Erick Fromm en su libro “El arte de amar’’ distingue entre dos amores, el amor infantil que encierra: amo porque soy amado; y el amor maduro, que parte del principio: soy amado, porque te amo. El amor inmaduro dice: te quiero porque te necesito. El amor maduro asegura: te necesito porque te amo.

La tanatóloga Elisabeth Kubler-Ross, que ha acompañado a miles de moribundos en sus últimos momentos, dice que alguien se muere hasta que ha aprendido a amar. Mientras tanto, el hombre debe sufrir muchas separaciones y pérdidas amorosas con un reto: conocerse mejor en cada una de ellas y aprender una lección de humildad, ¿quién creía que era que pensaba que nadie podría dejarme o dejar de quererme? La tragedia del Hombre es necesitar tanto el amor y no poder tenerlo todo. Nunca el amor es totalmente de uno. “El error escrito en la sangre de cada mujer y cada hombre, anhelar lo que no puede tener, no es el amor universal, sino ser amado exclusivamente’’, expresó W.H.Auden. Siempre el anhelo permanece insatisfecho, siempre se quisiera más afecto, más ternura, más pasión. Y la necesidad busca una satisfacción. Y en esta búsqueda se motiva, crece, se desarrolla y se perfecciona el hombre. Y no obstante se experimentan irreparables pérdidas, cuando se decide seguir viviendo la existencia es una constante oportunidad del encuentro del yo con alguien. Gracias a ello, el despertar tiene un por qué y el mañana un sentido. Después de todo, quizás esté sanando. Puedo pensar en ti sin aquel nudo en la garganta, sin el incontrolable llanto. Puedo pensar que puedes ser feliz sin mi y empiezo a intentar estar bien sin tu presencia (última fase del duelo).