14 noviembre, 2013

EL CANCER EN LA INTIMIDAD

Por Josefina Leroux

cancer-parejaPrimero de dos Artículos

Solo a partir de algunos años atrás que empieza el discurso público del impacto del cáncer en la sexualidad de la gente.

Se conocen dos publicaciones de la Sociedad Americana para el Cáncer, una para hombres, otra para mujeres, y uno que otro artículo aislado al respecto; sin embargo, no es nuevo el problema, desde que existe el cáncer, los pacientes y sus parejas han sido afectadas trascendentalmente hasta lo más íntimo de sus vidas.

Por mucho tiempo, la noticia, tanto como la experiencia de la enfermedad, fue tan devastadora que no dejaba energía para pensar en otra cosa, que encauzar toda la atención al tratamiento y a la recuperación no menos traumáticas que el padecimiento.  Sin embargo, el avance y la eficacia de los tratamientos han aumentado la esperanza de vida en los cancerosos, ofreciéndoles no solo la posibilidad de contemplar un futuro, sino la visualización de una vida satisfactoria en pareja.

Es un hecho que, aun los pacientes diagnosticados terminales, han podido prolongar su existencia de modo que les ha quedado tiempo y ganas para vivir sus últimos meses en una intimidad afectiva suficientemente enriquecedora para motivarles a seguir luchando contra la enfermedad.

Desafortunadamente, los pacientes pocas veces se atreven a consultar sobre este aspecto, y los profesionales les conceden tan poca atención que raramente se toca el tema dejando la sexualidad fuera de contexto, no obstante afecte a cada uno, desde su sentimiento de aislamiento y soledad, hasta el rechazo experimentado de parte de su pareja.

No cabe duda que el diagnostico de cáncer representa un reto a la persona desde su perspectiva física, psicológica y espiritual.  Algunos pacientes describen la enfermedad como una crisis de identidad por la que, aunque sane, nunca volverán a ser los mismos.  El cáncer no solo afecta de raíz la existencia del paciente: la amenaza de muerte se proyecta a todos los que le rodean provocando un entorno de pesadumbre mezclado con un esfuerzo de esperanza y voluntad de sanación.

En el caso de la pareja es frecuente que propicie otros miedos que añade presión y desequilibrio a su vida común.

Los comentarios de distintos enfermos nos dan una idea del impacto que causa en ellos el cáncer.

“Después de que me diagnosticaron me puse a pensar para quien seria mas difícil, si para mí que iba a sufrirla, o para mi esposa que tenía que convivir con un canceroso.

“Me daba vergüenza que mi esposo me viera, me daba lástima de mi misma y sentía que él podía sentir repulsión por mí, por eso decidí evitarlo lo más posible.

“Ella tenía miedo de lastimarme, tenía muchos miedos, demasiados; nuestra intimidad se convirtió en un ritual forzado y odioso hasta que opte por renunciar.

“Empecé a sentir unos celos terribles, yo no podía hacer el amor con mi esposa y ella era demasiado joven, empecé a hacerle la vida imposible, son mis últimos meses, pero en lugar de dejarle un buen recuerdo, tal vez ha llegado a desear mi muerte”.

La sexualidad es en si un cimiento para construir cualquier relación interpersonal.  Cualquier adaptación que se requieren dependerá de la estructuración previa de la personalidad femenina o masculina así como de la complementación lograda.

Las preocupaciones surgidas a partir del cáncer son menos si la persona era madura, si se autorrealizaba, si contaba con el amor de su pareja previamente.

Una de las mayores fuertes de ansiedad y temor después del diagnóstico, son los cambios físicos provocados por la enfermedad, o a causa de los tratamientos, sin embargo, si los familiares se muestran involucrados y afectivos, los miedos se minimizan, de otra forma colaboran negativamente en el proceso de aceptación de la enfermedad haciendo más difícil la curación.

La calvicie, las cicatrices, las pérdidas de partes del cuerpo o sus funciones provocan una sensación de desconocimiento y extrañeza hacia el propio cuerpo que no solo el afecto de los familiares pueden hacer llevadera, las mas de las veces requiere de la participación en grupos de autoayuda donde el paciente pueda ventilar sentimientos y desahogar emociones particulares, o de la intervención profesional de un psicólogo para revisarse con todo detalle.

Para completar el reto, a una imagen lesionada de sí mismos los cancerosos deben sumar los dramáticos efectos de la quimioterapia: la debilidad extrema, las nauseas, los vómitos, el miedo, la ansiedad que provoca y los efectos secundarios que hacen difícil y lastimosa la relación íntima.

Todo lo anterior repercute en un ocaso de la sexualidad que deprime aun más al paciente de cáncer, sin otra esperanza que el apoyo tierno y afectivo de la pareja con la que pueda comunicarse comprensiva y sensiblemente.  Es la comunicación honesta y confiada que puede salvar la intimidad de la pareja, en la expresión abierta de los miedos y angustias.

Informarse acerca de los cambios que provoca, de los efectos del tratamiento pueden ayudar a tener expectativas realistas y mayor aceptación y adaptación al proceso evolutivo de la enfermedad, pero es la cercanía con una pareja sensible, comprensiva y cálida, según el sentir de la mayoría de los pacientes de cáncer- la clave que construye la fuerza interior indispensable para la sobrevivencia.