7 octubre, 2013

CUANDO LOS AMORES HAN MUERTO

Por Josefina Leroux

muerteHan pasado muchos años pero la evoco vividamente como si fuera ayer. Apenas si podía caminar. Una jovencita la sostenía con cuidado de un brazo y el otro lo apoyaba en un bastón que le permitía dar paso a paso. Se dejó caer en la silla más cercana a la puerta de mi consultorio.

Me quiero morir, me dijo de sopetón.
Ya no tengo pa’quién vivir. Fuimos muchos hermanos, yo la mayor de todos. Nuestros padres murieron cuando tenía 12 años. No sé como le hice pero me quedé al cuidado de ellos y los quise como si fueran mis hijos. Trabajé y les di escuela a todos. Sólo el hombre se casó, las mujeres nos quedamos solteras. Pero no nos hicieron falta pantalones, fuimos muy felices. Tres de nosotras trabajamos en la misma empresa donde nos tenían mucha confianza porque nunca fuimos amantes de lo ajeno. El dueño lo sabía, por eso nos daba las cuentas y los dineros. Una era la auxiliar del director, como su secretaria. Otra fue la administradora del negocio, la de los números, y la chiquita, que era la más lista, era la encargada del personal. Eran puros hombres maldicientos pero ella se los traía a puro trote pa’que trabajaran bien.
No nos casamos porque no quisimos pero por pretendientes no nos quejamos. Varios se acercaron y lo intentaron, pero se la tenían que ver con todas porque si una no lo quería, iba por puertas a la calle. Yo creo que no quisimos irnos de casa y dejar a las demás. Al menos yo no pude hacerlo por más que me rogó un novio cuando era una chiquilla flaca. No pude dejarlas, eran tan dependientes de mí, tan pequeñas. Yo fui feliz de estar así, siempre juntas. Nos organizamos muy bien para el trabajo de la casa, y luego los fines de semana íbamos de paseo o a conocer algún lugar cerquita.
Así se nos pasaron muchos años. La vida nos quitó a nuestros padres pero nos teníamos una a la otra pa’querernos.
Hace diez años sufrimos mucho porque se nos murió la segunda, le dijeron que tenía la presión alta. Padecía dolorones de cabeza y a cada rato se ponía muy mal. El día menos esperado se desmayó en la calle, la llevamos al hospital en una ambulancia pero no llegó viva. Dijeron que murió de un ataque al corazón.
Nos costó mucho recuperarnos, pero el trabajo y la compañía de las otras nos fue conformando sin darnos cuenta. Luego falleció mi hermano el casado por una complicación de su diabetes, y no pasaron ni tres meses y la más chiquita tuvo un accidente en el camión y nos dejó también hace cinco años.
La tristeza sólo encontraba palabras de aliento pa´consolarnos una a la otra. Para acabarla de amolar, también la esposa de mi hermano murió de cáncer y nos quedamos con la sobrina. La que hoy me trajo. Por cierto a fuerzas porque yo no quería venir.
Pues no me lo va a creer pero hace dos meses se me murió la última hermana que me quedaba… y sin ellas, ya no me interesa vivir.
No me levanto de la cama, casi no como y nada me anima. Dice mi sobrina que tengo depresión y si tomo un tratamiento se me va a quitar mi tristeza. Yo pa’que quiero que se me quite si ya no tengo conmigo a ninguna. Me quiero morir, eso es lo que necesito pero no tengo valor para quitarme la vida. Mi religión no me lo permite. Estoy aquí porque mi sobrina me trajo. La pobre ya no sabe qué hacer conmigo. Ella también está solita pero tiene la vida por delante. Yo sólo espero que la muerte me lleve.
Todos mis amores han muerto, no interesa vivir por eso no creo que me pueda ayudar.

Qué podía decirle a una mujer a quien la muerte le había arrebatado a sus padres y todos sus hermanos sino la verdad de lo que me había provocado pensar tu sentida historia.
Conchita, le dije con el corazón estrujado. Nada es más seguro en la vida que saber que todas vamos a morir. No sé si es ventaja o no, ignorar cuando lo haremos.
A lo mejor le falta muy poco para írsele a su sobrina y entonces ella se quede completamente sola. Me pregunto si eso a Ud. le importa… Por lo pronto se tienen una a la otra y pueden conversar y acompañarse día con día. Ella se ve muy cariñosa y preocupada por su bienestar.
Lo peor de todo Conchita, es que no se atreve a quitarse la vida por sus valores y pueden pasar muchos años antes que Dios quiera llevársela. Tal vez su hermano interceda ahora para que se quede un tiempo mientras se casa su hija…
Lo que puede pasar entonces, es que si se la pasa en cama, sin comer, se va a debilitar mucho… Al rato sus piernas no podrán sostenerla. Se hará totalmente dependiente de su sobrina quien tendrá que atenderla, alimentarla, asearla. Si no se levanta, el cuerpo empieza a llenarse de llagas. Conozco ancianas que duran en ese estado muchos años.
Se terminó la hora y Conchita me informó que quizá no regresara pero que había aprendido la lección. Quería morirse dignamente aseguró, y que después de reflexionarlo, había decidido responsabilizarse de su sobrina hasta el final de sus días. “No le daría la pena de convertirla en su limpia culo”.
No esperó a que alguien viniera a su ayuda; se levantó ayudándose de su bastón y se fue dejándome con lágrimas en los ojos.
Cuando los amores han muerto se pierden de vista otros nuevos por venir.