ABDICAN A SU PODER
La preparación para el sacerdocio siempre había sido reconocida como una de las más sólidas, sin embargo, recientemente algunos representantes de la jerarquía de la Iglesia ostentan en sus opiniones desinformación o ligereza al tratar algunos temas decepcionando a un buen número de católicos. Así parece cuando hablan de la sexualidad.
La autoridad que han concedido a laicos empeora más aún su imagen ante los católicos pensantes, ya que con su escudo se han formado con distintos nombres instituciones y asociaciones que redactan escritos tan falaces como soberbios; documentos con aires de inspiración divina como el de la “Declaración de principios sobre la familia” (sin fundamentos teológicos ni antropológicos).
Quiero referirme concretamente a su inciso Familia y Sexualidad, que dice: “La naturaleza sexuada del hombre y de la mujer se manifiesta a través de sus características físicas y psicológicas”.
¿Nada más? ¿No conocen los que conforman las 90 instituciones y asociaciones, el aspecto social de la sexualidad?
En el libro “La Sexualidad Humana”, nuevas perspectivas del pensamiento católico, escrito por el Consejo Directivo de la Sociedad Teológica Católica de América, advierten que “la sexualidad ha de abordarse integrándola en la totalidad de la vida humana con todas sus relaciones. De lo contrario, puede degenerar fácilmente en un biologismo superficial”.
¿No saben tampoco los de la Red Familia que el aspecto psicológico de la sexualidad es el resultado de la combinación de lo biológico(lo heredado) con lo social(lo aprendido)?
Y reiteran :“Estas diferencias son naturales y no están determinadas por roles construidos artificialmente en sociedad”. O sea que, según ellos, ni la sociedad ni la cultura afectan la feminidad ni la masculinidad, ¿o tampoco existen? Y el machismo, según estos “principios” ¿sería algo natural inscrito en el corazón del varón como parte de su naturaleza?
¿Y el pudor, que aseguran algunos de esta Red es parte de la naturaleza femenina? ¿Están exentas de pudor las mujeres de grupos no civilizados que a la fecha traen sus pechos y cuerpos desnudos? ¿qué pasa con esas feminidades? ¿Es otra naturaleza la de ellas?
¿Y el aprendizaje?, ¿dónde entra? ¿Se expresa igual la sexualidad de la indígena que la de la mujer civilizada?
Y los valores de los que hablan tanto, ¿para qué, si nada se construye socialmente? ¿O también están inscritos? ¿Para qué enseñarlos entonces?
La literatura teológica contradice los principios que pretende difundir esta Red Familia.
En referencia a lo natural, leí en el mismo libro “La Sexualidad Humana” escrito por expertos católicos, que “Con el desarrollo del cortex (corteza cerebral) aumentan la libertad con respecto al control hormonal y la especificidad reproductora del comportamiento”.
Pero la Red Familia dicta que: “El sexo es la potencia de la vida, el amor y la complementariedad y está ordenado a la procreación de los hijos”.
Se contradice lo anterior en el documento “La Declaración sobre ética sexual” que desde 1975, identificó la sexualidad humana “incluso en los no casados como fuente de las más fundamentales características de la persona y como elemento crucial en el proceso de la maduración personal y de la integración social”. Lo que llevó a cambiar la formulación tradicional de los fines de la sexualidad procreativo y unitivo por “creativo e integrador”.
Es oportuno aclarar conceptos ya que se acerca la Asamblea General de la ONU para estudiar propuestas en torno a Población y Desarrollo, y una vez más se inician los ataques y tergiversaciones hacia los y las que defienden sus derechos, y se muestren en desacuerdo con los fundamentalistas.
Por lo mismo, omiten los de la Red Familia el término género que tanto han censurado aludiendo
que esconde otro. Reprueban que se repita en el discurso feminista.
Pero si así.., todavía no entienden y editan el concepto dándole el sentido que ellos creen que puede tener. Sería recomendable que leyeran del tema, el reconocido Colegio de México tiene magníficas publicaciones sobre el tema de género.
La cultura de género alude a aquellas costumbres sociales que privilegiaron a los varones sobre las mujeres y les hicieron creer en estereotipos sexuales convenientes para establecer y mantener relaciones de poder.
Otra cosa es el derecho a vivir cada quien libremente respecto a su orientación sexual, y ese lo defienden aparte los y las interesadas abiertamente.
Resulta interesante darnos cuenta como la libertad de expresión que marca el fin de los autoritarismos, ha disparado ideas paranoides a muchos católicos y ha suscitado mecanismos de proyección por los que adjudican sus formas de actuar a los que dicen enemigos de la Iglesia.
Qué decepción de los que conforman la Jerarquía Católica, los que abdican al poder de informar y guiar, para en su lugar enfocar a los supuestos enemigos de la Iglesia para que los fanáticos actúen.
Qué hueco suena el reciente Mea Culpa, si persiste en los mismos pecados la Iglesia.
Cuánta falta nos hace de los líderes su arrepentimiento y propósito de enmieda. Nos urgen representantes de la Iglesia objetivos, respetuosos e incluyentes que den su testimonio de amor en lugar de enjuiciar; necesitamos que convenzan en vez de obligar e imponer a través del miedo, el señalamiento o la condenación.
Cuánta falta hace a la jerarquía de la Iglesia y a sus apoderados usar la crítica, no para sentirse atacados por supuestos enemigos, sino como retroalimentación para mejorar todos y todas.