8 abril, 2014

UNA CURITA PARA EL MALTRATO

Por Josefina Leroux

curitaPrevenir es evocarse a construir otra mujer, otro hombre.
Ya era tiempo, que se unieran los recursos de gente sensible y se abriera en Nuevo León el primer albergue para resguardo de mujeres maltratadas.
Solamente en el Estado de Texas, en Estados Unidos, existen más de 90 centros, que cuentan con albergue, para atender a mujeres golpeadas.
En nuestro país, el concepto de profesionalizar la ayuda contra la violencia domestica tiene poco más de una par de décadas.
La única perspectiva que se tenía de este problema era legal, sin embargo, era incompetente desde muchas perspectivas. Para levantar un acta había que comprobar (todavía lo hacen en algunas agencias del Ministerio Publico del País) o mostrar las heridas para que ameritara la atención de las autoridades. Eso significaba que solo después de una “tranquiza” podía hacerse algo desde el punto de vista legal.
Actualmente, gracias al trabajo de grupos en contra de la violencia doméstica, puede levantarse un acta en cada caso de maltrato -se recomienda que así ocurra-, y aunque no proceda acción legal en ese momento, empiece a conformarse un expediente que podría ayudar en el futuro para dictar sentencia a favor de una separación, custodia de los hijos, responsabilidad criminal, etcétera.
Las posibilidades de violencia que pueden darse en un hogar son innumerables, desde un insulto hasta el encierro obligatorio, desde burlas humillantes hasta penetraciones obligadas. Y la peor de todas las consecuencias, pensar que es la cruz que toca cargar siempre porque el matrimonio durara “hasta que la muerte los separe”.
Imaginen después del maltrato tener que seguir compartiendo la vida, la cama. Imaginen el pánico y la incertidumbre que muchas mujeres viven día y noche. Pero la protección que ofrecen los albergues tampoco resolverá el problema de la violencia doméstica; esta opción tan sólo representa un apoyo que se ofrece a la mujer y a sus hijos. Sin embargo, mientras el problema siga tratándose como el castigo al ofensor y la lástima a la ofendida, el maltrato seguirá perpetuándose.
Finalmente, “la violencia doméstica es una respuesta a la configuración social de las imágenes que se tienen de los sexos” La mujer no es sino es madre, opina Patricia Duarte, una de las profesionales que más experiencia tiene en nuestro país sobre el tema. La violación debe empezar a verse como un accidente, es necesario acabar con el discurso de la victimización -enfatiza Duarte-, la verdadera prevención esta al enseñar a valorar a la mujer y aprender a decir no.
Las nuevas generaciones de mujeres deben saber que ninguna ley religiosa ni humana justifica la permisión o permanencia en la violencia. El hombre no tiene autoridad sobre la mujer, ni ella es su posesión; en la medida en que se conciba así, algunos seguirán justificando que ella merece castigo.
“La masculinidad necesita ser resignada”, sostiene otro experto, Francisco Cervantes, quien trabaja en el Distrito Federal (COVAC) con hombres violentos en el intento de solucionar con ellos, voluntariamente, esa forma de relacionarse con la mujer.
Es importante saber que la violencia es evitable. La mejor prueba es que aunque se enojen, no maltratan a otros. En un momento dado, la violencia es una decisión que se toma vivida por los ofensores como un impulso, resultado de una serie de pensamientos acerca de “su” mujer y del poder que ejercen como hombres sobre ella.
Por lo mismo, el problema empezará a resolverse cuando el hombre acepte su responsabilidad y haga algo por cambiar. Cuando la mujer no permita nunca ser maltratada. Porque en las condiciones normales es difícil que se dé el verdadero cambio.
Se sabe que el fenómeno de la violencia doméstica es progresivo, siempre se repite y cada vez es más ofensivo y doloroso, a pesar de las promesas que invariablemente se repitan en todos los casos.
En otros países, en el delito de maltrato, además de un castigo penal, se obliga al ofensor de tratarse psicológicamente pagando él los honorarios (con tal control, que si deja de recibir ayuda, se le reaprehende).
El problema de la violencia intrafamiliar es un problema multidisciplinario, que requiere análisis de diferentes perspectivas. Son muchos aspectos los que contribuyen a su secularidad, es la religión, la economía y la repartición del poder, entre muchos otros. La sociedad está inmersa en la violencia domestica, son sus filosofías, son sus leyes, sus creencias las que han que cambiar para erradicarla.
Mientras tanto, la mujer nuevoleonesa cuenta ya con un albergue para refugiarse temporalmente del maltrato.
SEÑALES DE PELIGRO:
Son señales de violencia si una persona:
• Obtiene información suya a través de conocidos o vecinos.
• La acosa o insiste a pesar de sus negativas.
• La presiona.
• La sigue, persigue o espía.
• La amenaza.
• Usa a los hijos para conseguir que usted haga algo.
• Le prohíbe salir o visitar a alguien.
• La ha insultado o humillado.
• La maltrata emocional o físicamente.
• La responsabiliza por provocar el maltrato.
• Justifica el maltrato (es el estrés, tantos problemas, tu familia…).
• A pesar de haber prometido cambiar, repite actitudes ofensivas.
• Trata de conseguir que lo perdone con regalos románticos.
SEÑAMES POSITIVAS DE CAMBIO:
• El empieza a respetarla.
• Se responsabiliza de su conducta violenta y busca ayuda.
• Persevera en su participación de grupo de autoayuda o terapia.
• Usted deja de tener miedo.
• Puede llegar a estar en desacuerdo sin que se violente.
• Deja de responsabilizarla o culparla por todo.
• Puede ejercer su derecho a decir NO.
• Aprende a escucharla, a tomarla en cuenta.
• La libertad es un valor compartido, no necesita permiso de él para hacer algo.
• No ha vuelto a usar términos insultantes, y ha dejado atrás actitudes agresivas hacia usted.