31 marzo, 2014

EDUCAR PARA LA PAZ

Por Josefina Leroux

educacion-para-la-pazEducación es, muy sencillo, la construcción de la paz con otro nombre.  –Kofi Annan

Hasta que no murieron miles de habitantes del país más poderoso de la tierra, a los ojos del mundo, no se derramó la última gota de violencia que necesitaba vivir la ‘civilización’, para darse cuenta de lo absurdo de su historia.

La paz se convertirá desde entonces en un objetivo global a lograr, ya no cómo teoría sino como contenido fundamental de la educación de las masas.
Lo creo porque que existen suficientes pacifistas en los gobiernos, o al menos, personas conscientes de lo que significaría una tercera guerra mundial. Es por ellos por lo que, las amenazas de Bush pueden más intentos psicológicos para amedrentar a los musulmanes y que entreguen al presunto autor intelectual del desastre neoyorkino, que la verdadera voluntad de lanzar los primeros misiles.
Me pregunto qué tanto serán mis deseos de paz, los que influyen al interpretan que, entrar en una guerra mundial implicaría un retroceso humano muy doloroso que los hombres del presidente de Estados Unidos no buscarían(¿?).
Claro que cuando leo los mensajes virtuales ofreciendo la versión sobre la perversa maquinación de los mismos funcionarios de ese país para fabricar una guerra, no puedo menos que sorprenderme ante mi enorme ingenuidad, ciega a la posible sociopatía estadounidense que destruiría a los suyos con fines económicos.
Después de todo ocurre en las familias, supuesta reserva de afectos y cuidados para sus miembros. Son hechos, antinaturales o inhumanos pero cotidianos el que un padre abuse de sus hijas, que un marido golpee a su esposa, o ella lo mate después de haber tolerado años violentos repletos de impunidad. Nada raro desde Caín, que hermanos se destruyan para quedarse con los bienes del otro.
En contraste con los deseos de paz de muchos, no puedo dejar de ver en otros niveles, la evolución de la violencia.
No hemos aprendido gran cosa a lo largo de tantos siglos para lograr convivir sin dañarnos.
La escalada de la violencia es cada vez más sofisticada; los avances tecnológicos y científicos han servido para dar mejor y más fuerte en el blanco de los se interpretan como enemigos, quienes no son otra cosa que seres humanos semejantes con diferente
lugar de origen, religión, creencias, valores o intereses que los nuestros.
Las organizaciones internacionales que surgieron después de las guerras no han sido suficientes para garantizar a todos los pueblos una vida sin violencia. Por más recomendaciones, reuniones, asambleas para combatir la violencia, la inequidad, discriminación, pobreza, injusticia siguen reinando alrededor del mundo.
Tal vez sea tan difícil porque como dijo Oscar Arias (premio Nobel): la paz es el resultado de inumerables decisiones.., y es una actitud y una forma de vida que no puede ser impuesta; porque la paz requiere trabajar y vivir juntos.
Entonces habríamos de empezar la paz en casa. Me refiero a la familia y al país, México. Es muy fácil ver hacia fuera, de lejos, que darnos cuenta de la propia violencia.
México apoya a Estados Unidos para combatir el terrorismo, la violencia que mató a 5 mil o más personas de diferente nacionalidad en N.Y.
Pero ¿y la violencia mexicana?
Me parece que la paz social es un mito mexicano que hoy es hora de enfrentar.
En México subsiste una violencia encubierta, estructural. Una violencia que priva, a millones de mexicanos/as de ser lo que podrían ser y de tener lo que deberían tener por motivos ajenos a su voluntad (signos de violencia estructural, según Fisas).
Las lesiones y muertes en nuestro país son perpretadas a diario por los propios mexicanos, sin que nos cause sorpresa.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID,1997) Latino América es la región sobre la tierra donde la riqueza se distribuye más desigualmente. Sólo el 10 por ciento de la gente percibe los más altos ingresos y concentra el 40 por ciento del total de la riqueza.
En esa realidad está contenida la violencia.
El principal obstáculo para la paz en México es que la gente no se da cuenta de la violencia en que vive, los umbrales al sufrimiento son altísimos. Y si no se ve, ni se conceptualiza, la violencia no puede combatirse del todo.
Para promover la paz habría entonces de entenderse y saberse. Paz no es ausencia de balazos o actos terroristas.
Creo que la paz comienza por una actitud de aceptación de las personas entre sí, a partir de darse cuenta que todos y todas tenemos los mismos derechos y oportunidades.
Seremos pacíficos cuando todos y todas puedan autorrealizarse, cuando se cumplan los derechos humanos sin exclusiones.
La escuela puede ser un agente de cambio como muchas de las instituciones, si deciden incorporan el tema de la paz a sus agendas. El entendimiento, el respeto y la equidad pueden ser materias obligadas en la curricula escolar desde el jardín de niños, a ser reforzadas en la familia.
Creo que la paz es la opción más profunda contra la violencia, pero requiere un cambio de actitud de los líderes, incluyendo los religiosos, para evitar luchas de poder o arrebatos de la razón o la verdad.
Los líderes tiene la palabra pero nosotros también.
Yo voto por la paz.